Energías Renovables Estrategias y renovación del capitalismo en el ámbito energético.
Leandro Gómez Tejada. 2019.
El capitalismo siempre se las arregla para salir victorioso de toda situación en donde sus contradicciones más fuertes se expresan. Pero el triunfo del proletariado que vaticinaba Marx y Engels en el manifiesto comunista pareciera alejarse en varios momentos de la historia, pero otras, arranca con más fuerza que nunca.
Desde el MeToo en Estados Unidos, los pañuelos verdes y celestes en
Argentina; hasta la revolución “verde” de las energías renovables en respuesta al calentamiento global, por nombrar algunas problemáticas globales por demás genuinas, indispensables y urgentes, las cuales parecen transformarse, desde el “Merchandaising” más austero de los vendedores ambulantes en los países del “tercer mundo”, hasta las ganancias millonarias del capitalismo financiero en las grandes plazas de las capitales del “primer mundo”, como Tokio, New York, Londres, Alemania y Hong Kong. Es decir, el sistema ha logrado ir mutando hacia las formas más impensadas en pos de la maximización de las ganancias y rentas extraordinarias, todo, en el marco de un mundo más empobrecido y contaminado.
Un potencial cambio de época se disipa en una “época de cambios” permitiendo así la continuidad del sistema y de las relaciones de producción que a lo largo y ancho de este mundo se ponen de manifiesto de la manera más y más bestial. Por otra parte, el Estado, como articulador de gran parte de la aplicación del dominio del conjunto de seres humanos emplazados en una delimitación espacial, con sus diferentes poderes, junto a los partidos de masas o los apéndices de estos, parecen convertirse en meros administradores subsidiarios de un proyecto político estratégico con tintes de neoliberal y globalizado, con rasante impronta de una suerte de modernidad-mundo en constante contradicción.
La expansión y contracción del Estado, en la analogía de gobiernos neoliberales y “Keynesianos” o como en algunos casos progresistas, con la particularidad de este último, de tener una fuerte y creciente intervención estatal; parecieran ser una constante en un símil del corazón humano que late gracias a estas variaciones y que mantiene en pie, para desgracia de la humanidad, así un sistema que no muere y que no deja de latir.
No obstante a estas transiciones y contradicciones dentro del propio sistema, se anteponen casi como parapetados, paradigmas que van imbricando al anterior. En este sentido, vemos un quiebre explícito y una reconfiguración del capitalismo desde más o menos mediados de los 70, precisamente con el surgimiento de las nuevas tecnologías de la comunicación e informática. Algo que hoy se expande a la velocidad de la luz en los países desarrollados. Veamos: revolución 4.0, nanotecnología, la revolución del 3D etc, etc.
De esta manera, en los periodos de mayor intensidad del neoliberalismo, como el proyecto imperante por excelencia a nivel global, el cual se desarrolla a la sombra de variados proyectos políticos estratégicos, se ha ido consolidando procesos en los cuales el eje comunicacional-simbólico, de la mano de reformas en la aras del Estado y la economía, han instalado nuevas ideas en el imaginario colectivo de la sociedade, en unos casos más efectiva y en otros menos, pero al fin y al cabo, esta conformación simbólica impulsada por una “vulgata planetaria”, donde algunos medios de comunicación y ámbitos académicos han parido nuevas subjetividades: la del consumidor; y en lo que nos atañe a este articulo y/o apartado, al Consumidor Energético relacionado al capitalismo “verde”, esto en el marco del llamado “new green deal” tan mentado.
Todo este preámbulo intenta explicar en resumidos párrafos las formas en que el transcurrir de estas décadas los procesos políticos, sociales y económicos están estrechamente conectados con las transformaciones que se producen en los modos en que el capitalismo y la sociedad generan “riquezas” y como aparecen nuevas formas de consumir y a partir de esto nuevas subjetividades; un nuevo individuo. Es decir, este nuevo sujeto intenta ser construido y legitimado desde la inauguración de una nueva forma dominante en el capitalismo, que en algunos casos, resulta más o menos efectivo, como habíamos mencionado más arriba.
El cambio sustancial de las formas de producción en términos tecnológicos sobre todo, va configurando nuevas formas en las relaciones de producción que marchan haciéndose eco en un nuevo esquema societal.
Es un proceso de cambio en la política a nivel mundial. El tan promocionado posmodernismo trae parte de estas recetas. En este sentido, el consumidor de “antes” era un individuo el cual poseía un trabajo estable, una visión de largo plazo, con leyes y sindicatos que fijaban y defendían los derechos de los trabajadores. Si bien eso no está totalmente fenecido,ahora, la tendencia es el corto plazo, la flexibilización laboral, la generalización de lo efímero y también, porque no, algunos sindicatos como meros oferentes de “servicios” apuntados a ofrecer lo que podríamos llamar una “mercancía sindical”.Incluso esto produce una incidencia en el aspecto energético. Esta re-configuración, por ejemplo, está cambiando a muchas empresas de servicios públicos, convirtiéndolas de compañías centrales de abastecimiento a proveedores de energía bidireccionales.
Incluso el tiempo de la energía como un commodity también está imbricado, con la prospección de los nuevos formatos de energía distribuida, que se avizora en un horizonte no muy lejano. Ahora se trata de “conocer y comprometer totalmente al consumidor”. Los consumidores esperan que los proveedores se preocupen por sus valores y necesidades individuales. La punta de lanza ideológica del Marketing en este sentido hace estragos en la alteración del universo simbólico que involucra este estilo de vida legitimado por el Marketing.
Este modelo ya se puso en marcha en varios países de Latinoamérica, en Estados Unidos y Europa mucho más y ni hablar de China. En síntesis, los ejes: cambio climático-consumidor verde se ponen en marcha en un tapiz en un proceso de globalización.
De todas maneras, hay que hacer una salvedad: esto por nada del mundo supone una desprimarizacion de las economías subalternas del mundo. Es decir, la globalización posibilita la distribución y circulación de bienes y objetos alrededor del planeta, esto esta enlazado con la división de la tierra en términos de territorios ricos en materia prima critica y estratégica, pero también con las contradicciones dentro del propio sistema, por ejemplo entre los “globalistas” y “nacionalistas”, pero los centros industriales y los de abastecimiento de materia prima se resisten a una incipiente mundialización.
El paso de una forma de matriz de generación energética; de una “vieja” a una “nueva”, que en este caso último es de las energías renovables, se produce en un contexto de economía financierizada intervenida por la incidencia de la globalización.De esta manera lo que se impone desde los centros de poder, y más ahora desde los centros capitalistas del mundo que rivalizan por la inclusión de sus poblaciones en las cadenas de valor, es una forma de consumición “responsable” de la energía, pero la realidad es que en la subyacencia se esconde la introducción de las compañías de energías renovables a costa de la soberanía energética de los pueblos.
Es en este contexto donde cuaja el discurso anti-estatal y anti-político; la energía como una mercancía; la privatización de la vida; el contraste de la energía fósil en el capitalismo productivo con la energía renovable en el capitalismo de consumo.
El problema no son las energías renovables. El problema es la soberanía energética de los pueblos y sus capacidad de decidir sobre qué hacer con sus bienes energéticos, ya sean primarios o secundarios. Si antes los recursos fósiles los dilapidaban empresas extranjeras extrayendo el máximo beneficio de las cuencas fósiles, ahora el negocio se encamina, por lo menos en el segmento de generación, en la generación y la introducción de empresas de renovables en suelos, aire y sol de nuestros pueblos.
Queda un largo recorrido , de disputas, de avances y retrocesos en cuanto de por lo menos acercarnos a una economía energética democrática y socialmente justa.